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En la fiesta del VITOR, los caballos tienen gran relevancia. Su papel se basa en ser el medio de transporte en la Edad Media, utilizado por los Caballeros de la Orden de Santiago para recorrer el priorato de Uclés, al cual pertenecemos. Los priores llegaban a la Encomienda de Horcajo, a lomos de sus caballos, portando el estandarte de la Inmaculada, a la cual vitoreaban sin cesar durante todo el tiempo que tardaban en recorrer la población. Esta historia viva se mantiene y perdurará por los tiempos de los tiempos.
El caballo es el único destinatario de la vestimenta que se mantiene en la fiesta. Está adornado con numerosos atalajes, los cuales son realizados por las personas de la población y aportados por cada uno de los caballeros.
La fortaleza física del animal es importante, pues debe resistir la procesión más larga de la Cristiandad, unas 22 horas continuadas, soportando los rigores del invierno, pues debe permanecer en la noche y día del 7 y 8 de diciembre, aguantando los embistes de la muchedumbre enardecida que quiere acercarse a los caballos.